Por Pablo Rolón
Hacia fines del siglo XV, la Europa en plena expansión, inició la conquista y explotación del continente americano a partir de 1492.
De esta manera las sociedades americanas sufrirán en pocos siglos las graves consecuencias del proceso de conquista y colonización. La población nativa descenderá abruptamente en pocos siglos. Millones morirán a causa del contagio de enfermedades, guerras, los trabajos forzados y el cambio de vida, de cultura y de religión que les impusieron los conquistadores. Concretándose así uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad.
El afán de lucro y ambición de las potencias imperiales europeas, no sólo se circunscribirá al exterminio de la población nativa, sino que junto a las "necesidades” de mano de obra para las plantaciones y explotación minera, va a dar inicio a una nueva actividad económica del capitalismo: el tráfico de esclavos.
Así América conocerá un lucrativo negocio que tendrá como máximos exponentes a Ingleses, holandeses y franceses, quienes “atrapaban” a poblaciones negras en el África como si fueran animales. Posteriormente eran hacinados en barcos para atravesar el Atlántico. Si lograban sobrevivir al maltrato y enfermedades durante el viaje, podían tener como primer destino las Antillas y morir en las plantaciones de azúcar.
El nuevo continente no solo se convertirá en fuente de riquezas de metales preciosos para las metrópolis imperiales en los primeros siglos, sino que posibilitará la oportunidad de hacer negocios lucrativos con el comercio de esclavos.
Es importante mencionar que este proceso no tuvo exento de heroicas resistencias de indios y negros, que a pesar de la enorme desproporción de fuerzas, se rebelaron ante el opresor europeo en innumerables ocasiones. Basta recordar una de las más destacadas, la del 4 de noviembre de 1780, liderada por Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru).O como la llevada a cabo por Bartolina Sisa, valerosa y aguerrida mujer indígena, quien por haberse opuesto a la dominación y la opresión de los conquistadores españoles, fuera brutalmente asesinada.
Desde las primeras décadas del siglo XIX las colonias europeas en América latina van generando movimientos emancipadores, que dan lugar a las guerras de independencia.
¿Pero qué sucedió a partir de 1810 con las comunidades aborígenes de nuestro país?
A medida que iba avanzando el proceso político del 25 de mayo 1810, paralelamente se consolidaba los intereses de la burguesía terrateniente de Buenos Aires. Por lo tanto los territorios indígenas pasan a convertirse paulatinamente en un problema para la élite porteña en la configuración del nuevo espacio geográfico.
Los primeros gobiernos patrios, sólo efectuaron campañas militares sobre las tierras indígenas cuando la creciente expansión ganadera comenzó a “exigir” la ampliación de las fronteras productivas, como por ejemplo las campañas militares emprendidas por Rivadavia y Rosas, financiadas por los hacendados de Bs As.
En la segunda mitad del siglo XIX, las condiciones mundiales cambiaron y el país se insertó dependientemente en un mercado internacional hegemonizado por Inglaterra. Este nuevo escenario dio origen a una economía centro-periferia, llamada división internacional del trabajo. La producción de carnes y lanas para la exportación a Inglaterra, era el lugar que el capitalismo mundial había asignado a la Argentina. La expansión de ese comercio y del poderío de la oligarquía terrateniente dependía de la posesión de tierras. A ese fin se constituyeron una serie de campañas militares como la de Alsina y la de Roca. Por tal motivo el Estado argentino en nombre del progreso y la modernización del país planificó distintas campañas militares contra los pueblos originarios, asegurando las condiciones propicias para la institucionalización del poder estatal.
Si bien la conquista de los territorios indígenas tuvo su justificación ideológica de base racista, combatir la "la barbarie" para asegurar "la civilización”, existió además también una de tipo económica, vinculada a los intereses de las clases dominantes.
A partir del 12 de octubre de 1492 comienza un proceso económico, social, político contra los pueblos originarios que tiene como finalidad lograr despojarlos de sus tierras, negando sus lenguas, tradiciones y formas de ver el mundo.
Si bien sabemos que la historia es interpretación, muchas veces predomina relatos y representaciones de las clases dominantes, a través de una historia oficial. Donde se pretende justificar los genocidios por algún motivo, fuese religioso, étnico o político.
El destino final que se les dio a los pueblos originarios en América y en particular en Argentina fue desde una lógica del sistema capitalista, desde esa estructura de pensamiento los indios aparecían como obstáculos del proceso civilizatorio, del progreso y la modernidad.
Nadie puede estar contra el progreso y la modernidad. Por tal motivo habrá que preguntarse si también hay que estar de acuerdo con el genocidio y, en el caso argentino con distintas masacres cometidos hacia los pueblos originarios en el SXIX y XX.