El modo en que escuchamos a un niño

El modo en que escuchamos a un niño, a sus padres y su entorno, irá definiendo nuestras direcciones e intervenciones en el trabajo analítico.

En suma, para centrar el valor exacto de las llamadas teorías infantiles de la sexualidad y en todo ese orden de actividades que en el niño se estructuran a su alrededor, hemos de referirnos a la noción de "mito" 
Jacques Lacan - Seminario IV
Por Sonia Campana (*)

De mitos infantiles

¿Para qué sirve el mito? ¿Cómo se analiza el mito? ¿Cómo interviene el analista en el armado de esas floridas construcciones subjetivas que constituyen los mitos infantiles? Preguntas vigentes en la clínica actual, sobre todo cuando un niño es traído a la consulta con una nomenclatura sobre su cabeza, que dice sobre él, antes que su propio decir, acallando el discurso y encasillando su comportamiento. 

Es conveniente introducirnos por allí, dejándonos llevar por el mito y las teorizaciones que giran en torno a la vida de un niño. Ofrecernos a la escucha, el jugar, dibujar, sosteniendo las laberínticas series de elucubraciones infantiles, de esos” JUANITOS”, niños y niñas que nos presentan en la consulta, donde es necesario, desde la posición de un psicoanalista, hacerles un espacio, dar lugar a un sujeto y soporte a la historia singular. 

Lacan, en el Seminario IV, dedicará al mito algunos de sus capítulos, apoyándose en lo que lee del historial paradigmático de Freud. En la observación que realiza de la fobia de Juanito, teoriza sobre la estructura de los mitos, influenciado por los aportes de Claude Levi Strauss, haciéndonos saber de aquellos elementos que componen la configuración de los mitos. 

Dichos elementos reaparecerán trasformados en una superposición de líneas dispuestas, enlazando significantes y prolíferas significaciones que muestran la correspondencia entre la noción de mito y la noción de las Teorías sexuales infantiles en Freud. 

Para centrar el valor exacto de ese orden de actividades que en el niño se estructuran, deberemos escuchar los mitos infantiles con la mayor naturalidad posible, elevándolos a la categoría de elaboraciones teóricas de gran importancia. 

Ese conjunto de narraciones, asuntos, comentarios, creencias, que los niños nos ofrecen en el encuentro con ellos, recrean en esas “conversaciones lúdicas” relatos que posibilitan construcciones míticas infantiles, para poder novelar su historia individual. 

Los mitos tienen estructura de relato atemporal, se presentan con variaciones o permutaciones significantes, inagotables, tipificados en distintos aspectos estructurales, pero conservando la organización de transiciones en series, aquello que Lacan llamará “los mitos forjados por Juanito”. 

En su naturaleza no-cronológica, los mitos conservan un sorprendente parentesco con la creación poética, sometida ésta a la invención subjetiva, donde el niño se comporta como un poeta, enlazando fantasías y juegos. 

En esas construcciones el niño es un “filósofo de la vida”, creando mitos cosmogónicos, teogónicos, en temas referentes al Nacimiento, la Muerte, la Sexualidad, la Existencia, y tantas otras formulaciones en mayúsculas, que lo consagran a la actividad mítica, revalorizándose el carácter de ficción con estructura de verdad. 

El mito nos hará leer, como en una partitura, un manuscrito para interpretar, aquella composición musical o texto que cada niño pueda recrear en un lenguaje que le sea propio y con tiempos propios. 

Freud en el único encuentro que tiene con Juanito -siendo que al trabajo de investigación y de cierto análisis lo venía llevando a cabo con el padre-interviene ofreciéndole, al niño, un mito de origen. 

En esa breve consulta, el padre, le dirá a Freud que, a pesar de los esclarecimientos que se le habían procurado, la angustia del niño no aminoraba. Es así que Freud interpela, a la luz de otro fragmento que le resulta más comprensible, y le dirá a Hans, creativamente, lo siguiente:

“Pregunté a Hans, en broma, si sus caballos llevaban gafas, cosa que él negó y luego si su padre las llevaba, cosa que también negó, contra toda evidencia; le pregunté si con lo negro alrededor de la “boca” quería significar el bigote, y le revelé que tenía miedo a su padre justamente por querer él tanto a su madre. Que hacía mucho tiempo, antes que él vinieras al mundo, yo sabía que llegaría un pequeño Hans que querría mucho a su madre, y por eso se vería obligado a tener miedo del padre, y yo le había contado esto a su padre .  En camino de regreso a su casa Hans le preguntará a su padre: 
Acaso habla el profesor con el buen Dios, pues puede saberlo todo desde antes".

Intervención de Freud que instala a través del mito del Complejo de Edipo el eje de la estructuración subjetiva. Este mito permite poner de relieve la importancia ineludible y la incidencia de la función paterna en la neurosis.

La construcción del mito que le ofrece Freud en esa única entrevista lo arrima al padre y le limita la proximidad con su madre. A través del mito, su instalación en la vida de Juanito, junto a sus producciones imaginarias, las encrucijadas de la fobia le posibilitan al niño reordenar su mundo.

En Juanito, un niño del 1900, puede observarse la proliferación y trasformación de sus temas o contenidos imaginativos como trasposiciones que permiten pasar por  la dialéctica imaginaria intersubjetiva al campo de lo simbólico, tramitaciones insoslayables  por medio de la palabra, que siguen estando  vigentes, aun en tiempos vertiginosos de la tecnología y la imagen.
Se establece así, una serie de sucesiones legibles, tanto horizontalmente como verticalmente, que va desde  la dialéctica imaginaria del juego intersubjetivo con la madre alrededor del falo, al juego de la castración en relación al padre, pasajes donde la fobia y la angustia tienen un desempeño estructural.

Operaciones tales como la declinación de la madre fálica y el acercamiento al padre, con la prohibición del incesto y la posibilidad de instauración de la ley simbólica, como operatorias para la estructuración de la neurosis,  producen en  Juanito una pregunta y una torsión imaginaria con incidencia simbólica, por la vía del mito que ofrece cierta partición del saber: referenciando lo conocido y familiar al mismo tiempo y tallando en un orden trascendental al niño, enmarcándole su posición subjetiva en la estructura psíquica.

Es así que el pequeño, desde esa consulta, presenta una mejoría sustancial, conjuntamente con las producciones inconscientes que sigue resignificando y que van desovillando la fobia, liberando la angustia, como atravesamientos de pasajes estructurales.

Muchas veces las intervenciones en la clínica con niños y el trabajo con los padres, instituciones y otros discursos, van permitiendo otro tipo de construcciones y espacios que hacen a lugares, posiciones y funciones parentales con otras incidencias. En tiempos de la infancia la “función de la escucha” permite develar historias, silencios, secretos, duelos, donde el niño nos cuenta, al modo de un cuento, que lo hace entrar en la cuenta.

“Construcciones en análisis”, que permiten reubicar al pequeño paciente en ese antes y después de nacer, diferenciando estados, acontecimientos, en un armando de manera singular, donde un mito sostenga y no detenga tramitaciones posteriores, en la “dinámica vida” de un niño.



Freud, S. (1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Obras completas, 10

Lacan, J. (1994). Seminario 4. La relación de objeto. Buenos Aires, Argentina. Editorial Paidós.

(*) Por algunas de las reflexiones plasmadas en este escrito transita el intercambio entre colegas en el Espacio de los Niños, de Litoral Agrupación Psicoanalítica de Santa Fe; encuentros mensuales que llevamos a cabo en el Colegio de Psicólogos de la ciudad de Santa Fe.